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Creamos nuestro mundo interior

“Todos los hombres nacen libres en ego….solo entonces lo redimensionan”  dice el Gato.

Si de repente te encuentras en zazen, en un paseo, en el autobús o en el retrete, haciendo una profunda reflexión sobre ti mismo, porque un cambio en tu vida suscita en ti preguntas existenciales, ¿qué encontrarás en el fondo de tu mente si buscas quién eres, ¿qué debes hacer y cómo hacerlo? ¿Qué encontrarás?

Dos posibles mundos interiores se abren ante ti. Son diferentes.

Uno es el universo de tu Yo. Sólo piensas en ti mismo, ¿quién soy? Y luego intentas encontrarte a ti mismo. Intentas averiguar qué debes hacer y cómo hacerlo a partir de lo que fundamentalmente crees que es tu Ser: “Soy como soy, no voy a cambiar, ¿cómo voy a arreglármelas?“. Pero algo falla, no encuentras realmente ese Ser porque es el sujeto pensante y no un objeto que puedas atrapar. Así que no encuentras nada y sigues intentando atrapar lo que realmente eres. Sólo encuentras formas, que cambian muy rápidamente en tu mente y no los fundamentos de ti mismo. Es desestabilizador, como un vacío interior, un lamento silencioso en tu interior. Quieres, pero no consigues nada.

Comprende que este universo del ego no es algo que caiga sobre ti, que debes soportar porque es así: “Así es la vida, no podemos hacer nada“. No, tú mismo creas ese universo que te incomoda, que te lleva no sabes dónde, y genera en ti una insatisfacción latente frente a la vida. Comprende que eres tú quien crea este universo, que ese “yo” que crea este universo es una creación de tu mente. Tú eres el responsable de haber creado este “yo” y este universo de insatisfacción del que no puedes salir, es dukkha, tu mismo has creado dukkha.

El otro es el universo de los bodhisattvas, de los budas, del despertar, de la libertad interior y de la felicidad. En dicho universo, ¿qué encontrarás en el fondo de ti mismo? La tierra y el cielo, el sol y la lluvia, la conciencia de estar vivo como todos los seres que te rodean, de formar parte de esta vida universal, que habita en ti. La sientes viva en tu cuerpo, deleita tu espíritu. Ves en ti una serena seguridad, una confianza que se instala silenciosamente. Todo este universo te llena, eres su receptáculo porque has permitido que se cree en ti sin oscurecerlo con un ego que no existe. Todo el mundo puede crear las condiciones adecuadas para que aparezca sukha. La clave para ello es una auténtica práctica espiritual y religiosa. Una práctica real del cuerpo y la mente hace que las ilusiones del ego se desvanezcan y nos abra de forma natural a la naturaleza original de las cosas.

Cuando hayas experimentado esto a través de tu práctica, entonces podrás actuar naturalmente, libremente, tu vida se abrirá por sí misma y “qué hacer, cómo hacerlo” te será claro. Podrás saborear los frutos de la vida religiosa, y te lo auguro: la felicidad.